El ingeniero (crónica tardía)
Hace un par de meses fui a un conocido (y abarrotado) local de la ciudad, Era la antesala al cumpleaños de un amigo, y aunque no teníamos plan definido, la consigna era celebrar.
No se nos ocurrió mejor idea que entrar al karaoke, mis amigas pidieron algo de comer y yo (no me hagan mala fama), pedí una bebida. No, no me juzguen, preferí el trago a la comida porque ya había cenado- tan saludablemente- la mitad de una hamburguesa (últimamente me han malacostumbrado a comer solo la mitad).
Miré la carta buscando nombres exóticos como el de los tragos de un bar al que, ahora que saco cuentas, no voy hace buen tiempo y debo volver a visitar. Pero no encontré nada interesante, salvo el famoso "Sexo en Colán", que según una amiga era bastante refrescante y ligero. Lástima que recordé que detesto la playa durante el día, y me imaginé o un trago azul celeste exagerado o algo amarillo, tratando de recordarme el sol veraniego. No, al sexo en Colán, le paso.
Encontré entonces uno llamado "El ingeniero", según la carta contenía helado y no sé qué chucherías. Mi debilidad por el dulce, ganó. Solicité el trago con mucha expectativa, ya había visto copas bien decoradas en otros bares y me imaginé (según una de mis muletillas) un sensual ingeniero.
Decepcionante. El famoso ingeniero no era más que un milkshake sin carácter, un trago dulzón sin algo de alcohol.
Sí, me gusta el dulce, pero no estaba pagando el valor de casi dos chopps vikingos por ese postre. Ya ni modo, me resigné a tomar mi milkshake mientras en el karaoke sonaba alguna canción de Alejandra Guzmán.

Empecé entonces a imaginar a que saben las profesiones. Qué sabor tendrá realmente un ingeniero, ¿será tan dulce y empalagoso como el trago este? La verdad, lo dudo. ¿Los abogados seremos tan amargos como decía alguien por ahí? ¿Los arquitectos tendrán una explosión creativa de sabores?
¿Las personas tendremos algún sabor diferente? Existirá algún perseguidor de sabores, como de olores, Jean-Baptiste Grenouille en El Perfume.Creo que sí. Todos sabemos diferentes, pero no me gustaría toparme con un cazador de sabores...
Aunque ahora que lo pienso, debo ser especialmente amarga; con el carácter que tengo, no creo ser pura dulzura. Una buena amiga, debe ser de un sabor bastante fresco, y las otras de uno bastante extraño, otra buena amiga debe tener un sabor bastante atrayente, y un buen amigo, algún sabor dudoso pero amigable.
Habrán un par de personas que quiero saborear, con carácter científico, que no se dude. Pero por ahora, me quedaré con el empalagoso sabor del ingeniero, aunque debo admitir que no estuvo tan mal.
Por eso en rústica sólo se debe pedir chopp vikingo.
ResponderEliminarPor cierto... los comunicadores deben saber a bon o bon